Refleja de manera precisa los resultados de los exámenes, permitiendo una gestión más eficiente del laboratorio clínico.
Contribuye a brindar una atención oportuna y servicios de calidad, asegurando una experiencia satisfactoria para el paciente.
Optimiza los procesos y recursos del laboratorio, lo que se traduce en una mayor rentabilidad para la institución de salud.